En el nuevo episodio de Otras Miradas en Carne Cruda, Patricia Simón y Javier Gallego hablan del secuestro de Nicaragua a manos del matrimonio Ortega-Murillo. La escritora Gioconda Belli, el periodista independiente Wilfredo Miranda, la periodista Jennifer Ortiz y personas exiliadas describen cómo se ha vivido el último mes de detenciones a opositores al régimen.
Carne Cruda | Patricia Simón |
30 de junio de 2021
El secuestro de Nicaragua por Daniel Ortega y Rosario Murillo es uno de los capítulos más nefastos de su historia. Este capítulo lo protagoniza uno de los artífices de la revolución que despertó la admiración y esperanzas de miles de personas en los años 80. «Es desconcertante que lo esté escribiendo una persona que se conoció como uno de los dirigentes más importantes de la revolución sandinista», dice Gioconda Belli refiriéndose a Ortega. Belli, una de las escritoras más importantes para la literatura en español, para la emancipación sexual de las mujeres y para la guerrilla sandinista, es también una de las numerosas voces que denuncian ante el mundo el hacer dictatorial de Ortega y de la vicepresidenta Rosario Murillo. Así inician Patricia Simón y Javier Gallego Crudo, el último capítulo de la primera temporada de Otras Miradas en Carne Cruda.
En las últimas semanas, el gobierno de Nicaragua ha detenido a una veintena de miembros de la oposición política, entre ellos, a los cinco líderes que habían anunciado su interés en participar en las elecciones presidenciales de noviembre. También se encuentran detenidos empresarios y periodistas. El último mes ha sido un sprint en la carrera del matrimonio Ortega-Murillo hacia la dictadura.
De esto nos hablan Javier Gallego y Patricia Simón a partir del minuto 57 durante la edición de hoy de Carne Cruda:
Todo comenzó, o empeoró más bien, a raíz de las protestas de 2018, detonadas inicialmente por la negligencia del gobierno para atender la quema de una de las reservas naturales más importantes de Centroamérica. Protestas que se acrecentaron en los días posteriores por una reforma del sistema de seguridad social. Pero el hartazgo estaba instalado desde hace años en la población por una corrupción sistémica y por el control de todos los aspectos de la vida del país por parte de este clan familiar.
Las manifestaciones no solo fueron sofocadas a punta de una brutal represión policial que centenares de personas asesinadas, sino que además el gobierno instaló en sus medios de comunicación un discurso que pretendió y pretende convencer que se trata de un «intento de golpe de Estado perpetrado por la derecha con ayuda de Estados Unidos hacia un gobierno de izquierda».
Los medios oficialistas, como las principales cadenas de televisión pública que son dirigidas por los hijos del matrimonio Ortega y Murillo, confunden a la población con discursos «revolucionarios» y con desinformación para justificar el autoritarismo y las distintas operaciones de represión de realizan para controlar opositores. Tal es el caso de la última de sus acciones nombrada por el propio partido de gobierno como Operación Danto 2021.
Gioconda Belli es categórica denunciando la manipulación mediática del régimen:
No es verdad que hay una revolución sandinista en Nicaragua, ni que Daniel Ortega es de izquierdas. Es un dictador, cruel, sanguinario que sigue los pasos del dictador que derrocamos en 1979: Somoza.
Gioconda Belli, escritora Tweet
Wilfredo Miranda, cofundador de Divergentes, habla sobre la acusación judicial por lavado de dinero contra la Fundación Violeta Barrios de Chamorro como la vía que ha encontrado el régimen para inhabilitar a Cristiana Chamorro Barrios, la candidata con más posibilidades para ganar las próximas elecciones. Pero también, como explica Miranda, es una forma de acabar con el periodismo independiente debido a que en este caso todos los involucrados son periodistas y medios que han trabajado de la mano con la Fundación durante años.
Los periodistas fuimos los primeros en ser atacados por esta escalada represiva a través de un juicio de un supuesto lavado de dinero que el gobierno abrió contra la Fundación Violeta Barrios de Chamorro, una ONG que ha trabajado por más de 25 años en el fortalecimiento del periodismo independiente.
Wilfredo Miranda, Divergentes Tweet
La ley de ciberdelito es una de las que ha promulgado este año el gobierno nicaragüense para imposibilitar el periodismo independiente y la libertad de expresión. Contempla condenas de hasta diez años de prisión por delitos como difundir noticias falsas o promover odio.
A finales de 2020, el Parlamento leal a Ortega, aprobó otras dos leyes que sepultan el ejercicio de la crítica: la ley de Agentes Extranjeros, que pretende controlar cualquier financiación internacional para ONG, asociaciones, movimientos sociales, etc. así como La ley contra los delitos de odio, que contempla la cadena perpetua contra los detractores del gobierno.
Miranda fue uno de los periodistas citados por el Ministerio Público para declarar en el caso de lavado de dinero contra la Fundación Violeta Barrios. El periodista detalla para Otras Miradas en Carne Cruda cómo fue el interrogatorio al que le sometió la fiscal aliada al régimen y el acoso y amenazas vividas las siguientes horas a su cita judicial por las bases sandinistas.
“La fiscalía ha citado a más de veinte periodistas para declarar en este supuesto lavado de dinero en un claro esfuerzo por amedrentar a los medios de comunicación para que no sigan informando. Yo fui citado a la Fiscalía y aclaré que mi única relación es haber ganado el premio Chamorro y un par de consultorías en las que enseñaba a periodistas locales a cómo escribir reportajes. Pero en esas 3 horas y media la fiscal comenzó a preguntarme quiénes son mis fuentes, con quién trabajo, quién me dicta las noticias. La fiscal sacó su celular y empezó a leer mis artículos periodísticos y empezó a gritarme mentiroso, y me dijo que por mentir yo había violado la ley de ciberdelito.
La fiscal me sacó la gaceta que es donde se publican las leyes en Nicaragua… que según ella, yo había violado y que me podía caer entre uno u ocho años de cárcel. Sacaron un informe que decía yo no había contestado todas las preguntas. Luego de eso, la propaganda oficial sacó decenas de vídeos. Mi casa empezó a ser acosada, y encontré un papel que decía ‘te vigilamos’. Entonces yo tomé la decisión de esconderme para evitar ser apresado porque el mismo presidente Ortega dijo que no están juzgando opositores sino criminales».
Decenas de periodistas se han tenido que esconder y muchos otros exiliar. El exilio de periodistas no es nuevo, en 2018, la policía, militares y paramilitares asesinaron a 328 personas por manifestarse o apoyar las protestas, más de 2.000 fueron heridos -algunos de ellos se han quedado dependientes de por vida,- y más de 108.000, según Human Rights Watch, tuvieron que abandonar el país desde entonces.
Entre los periodistas que tuvieron que exiliarse en 2018 está Jennifer Ortiz, periodista y cofundadora de Nicaragua Investiga. La mirada de profesionales como ella, es fundamental en el periodismo.
Jennifer Ortiz, Nicaragua Investiga
En España, dice Javier Gallego, conductor de Carne Cruda, «tenemos una importante comunidad nicaragüense, que ha aumentado en unas 12.000 personas que llegaron huyendo por la represión que siguió a las protestas de 2018. Una comunidad que ya era importante antes de esa última crisis y que sigue con preocupación lo que está ocurriendo».
Lucía, mujer exiliada nicaragüense en España relata que se encuentra «muy preopcupa siempre porque nunca sé si por haber participado (en las protestas) alguien de mi familia la van a ir a buscar o a desaparecer o porque te puedan denunciar por haber andado con los insurrectos».
La cantidad de personas solicitantes de asilo en España asciende a 3700 nicaragüenses cuyas solicitudes se encuentran pendientes de resolución. Recientemente, dos madres que enterraron a sus hijos en abril de 2018 asesinados en medio de la represión, recibieron el estatus de refugio en Suiza, ellas igual que todas las personas exiliadas esperan que además haya justicia para sus muertos y poder volver a su país del que se vieron obligadas a huír.
«Vivimos noches sin sueños porque allá no saben con qué noticia se van a ir a dormir. Muchas detenciones se dan por la noche, como fue el caso de Tamara Dávila que llegaron cuando estaba con su pequeñita de cinco años sin orden de detención, allanaron su casa…vivimos con mucho miedo porque no sabemos si el próximo o la próxima va a ser alguien de nuestra familia, no sabemos cuándo van a ir a buscarlo» cuenta Lucía, desde su exilio en España.